¿QUE VAMOS A VER?
Introducción
Como sabemos todos los niños-as nacen dependientes de su mamá. Bebé y mamá son uno, no sólo nace ese niño-a, sino también lo hace la mamá. Da igual si eres mamá primeriza o tienes 3 hijos-as, siempre volverás a renacer de nuevo, siempre volverás a tener a una pequeña personita dependiente de ti durante los primeros años.
Si nos comparamos con otros mamíferos, podremos ver por ejemplo, que el caballo a las pocas horas de nacer ya puede caminar, sin embargo para que un bebé camine necesitarán pasar al menos 12-13 meses (mínimo). Es por este motivo por el que el niño-a necesita a mamá, y es por este motivo que los 9 meses posteriores al embarazo reciben el nombre de exterogestación, período en el que el bebé necesita adaptarse al mundo que le rodea, ya que no nace lo suficientemente maduro como para poder valerse por sí mismo.
A lo largo de este post veremos la importancia que tiene la adquisición de la independencia y autonomía en un desarrollo posterior, y de qué forma podemos ayudarles a que lo consigan, sin que les supongamos un obstáculo.
La importancia de dotar a nuestros hijo-as de autonomía e independencia
¿Por qué es importante dotar a nuestros hijos-as de autonomía?
Muy sencillo, porque queremos que nuestros hijos-as sean resolutivos, sean personas libres, sean personas que puedan desenvolverse en el mundo de la mejor manera posible sin tener dependencias emocionales ni materiales.
Si desde pequeños-as fomentamos esta “capacidad” estaremos creando personas fuertes, independientes, con ideas claras y firmes, y una gran autoestima, personas que sabrán luchar por sus sueños, que sabrán qué quieren hacer con su vida. En definitiva estaremos ayudando a crecer a personas FELICES
¿A partir de qué edad puede empezar a fomentarse? ¿Cuándo es el mejor momento?
Desde el nacimiento podemos comenzar a dotar a nuestros hijos-as de autonomía. Es en la etapa de 0 a 6 años cuando más preparados están para poder adquirir ciertas habilidades como el orden, el amor por lo que les rodea, el amor por el trabajo…
Y ¿por qué os hago referencia a ello?, os estaréis preguntando
Porque tenemos la tendencia a pensar que el niño-a de 0 a 6 años (y si hablamos de 0 a 3 años más aún) no es capaz de hacer nada sin nosotros, no es capaz de ser autónomo. Vivimos en un constante pensamiento de “es muy pequeño aún para…”
Pero ahora párate a pensar, ¿realmente le das la oportunidad para poder hacerlo por sí mismo?
Si miramos a un bebé de entre 4-5 meses, que aún no está preparado para sentarse por sí mismo, la mayoría de la sociedad tiende a sentarlo sobre su regazo o mejor aún tiende a sentarlo para “que juegue”. Aquí está la primera piedra para no dejarle adquirir esa capacidad por él mismo, aquí está una de los primeros obstáculos que le ponemos en su desarrollo.
Diferentes niveles de autonomía
Como os he comentado anteriormente el niño-a nace inmaduro, y necesita a su persona de apego para poder crecer favorablemente y poder adaptarse al medio que le rodea. Poco a poco irá alcanzando diferentes niveles de autonomía, lo que María Montessori llama: la conquista de la independencia.
En el desarrollo natural del niño-a se pueden identificar tres niveles de independencia, de los cuales os daré unas breves pinceladas:
Nivel 1. Independencia física (0 -6 años)
El nacimiento es una de las primeras acciones de independencia, ya que lleva al bebé a realizar sus funciones básicas de supervivencia (comer, dormir, llorar…). A medida que el peque va creciendo, se va interesando cada vez más por las actividades de vida práctica, intenta ayudar (a su manera), momento que debemos aprovechar para que desarrollen esta independencia física.
Nivel 2. Independencia intelectual (6 a 12 años)
Si hemos dejado que nuestros hijos-as alcancen su independencia física sin ponerles serios obstáculos, en este momento serán capaces de cuidar de sí mismo y cooperar en el cuidado del ambiente.
Es aquí cuando los niños-as comienzan a buscar soluciones, resolver problemas, experimentar consecuencias de sus actos…
Nivel 3. Independencia económica y moral (adolescencia)
A partir de los 12 años comienzan a querer crear su tribu, a querer pertenecer a un grupo.
Si el niño-a ha conseguido desarrollar estos tres niveles de manera favorable, una vez terminada la adolescencia estará totalmente preparado para vivir en sociedad.
Pero, ahora bien ¿qué pasa si obstaculizo ese desarrollo?
Mi papel como pa-madre para fomentar la autonomía de mi hijo-a. ¿La estoy frenando o favoreciendo?
Si analizo mi papel como mamá, papá o cuidador, ¿estoy favoreciendo el desarrollo de esta independencia o la estoy obstaculizando?
La mayoría de los adultos suponemos el primer obstáculo para que la consigan, ya que no somos capaces dejar hacer, nos falta paciencia y respeto hacia ellos. Nos falta confianza hacia la infancia.
Aquí salen a relucir nuestras creencias limitantes, el famoso “es que aún es pequeño para…”. Pero no debemos olvidar que la mente de un niño-a (en los primeros años) funciona totalmente diferente a la de un adulto, ya que el adulto se centra en el resultado final, mientras que el niño-a se enfoca en el proceso, en repetir una y otra vez sus acciones para irlas perfeccionando.
Los niños-as quieren ir perfeccionando sus acciones pero el ritmo de vida, el ritmo de esta sociedad no les permite llegar a desarrollarse tal cual son. Estas prisas nos hacen cortarlos a toda costa con frases como:
- Venga vamos que no llegamos
- Ven que yo te lo pongo
- Vamos que vamos tarde
- Venga que ya es la hora de irse
- Tu aún no sabes
- Etc…
Estas frases que salen de nosotros-as, como si nos diesen al piloto automático, lo único que hacen es obstaculizar el desarrollo de los niños-as.
Si hablamos de la conquista del “caminar”, ¿Cuál es nuestra actitud sin darnos cuenta?
Cuando los niños-as comienzan a dar sus primeros pasos:
- En lugar de dejarles practicar los sentamos en su cochecito y los llevamos así de un lugar para otro, (no siempre vamos a tener todo el tiempo del mundo para ir a su velocidad, porque como ya hemos dicho vivimos en el mundo de las prisas, pero sí de vez en cuando decides dejar a un lado el “estrés” y le das la oportunidad de ir caminando al parque más cercano, al supermercado, a la calle de al lado… no sólo su desarrollo físico saldrá beneficiado, sino también su capacidad de “yo puedo, yo valgo”, lo que aumentar la confianza en sí mismo)
- Los comparamos con otros hermanos, primos, vecinos…: pues el mío empezó a los 12 meses andar, pues fíjate que el mío empezó a los 18 meses y su hermano a los 10… Comentarios de este tipo coartan y frenan su desarrollo.
- No les dejamos acabar sus acciones, si por ejemplo están “intentando” ponerse los zapatos pero vemos que no lo consiguen “según nuestra percepción”, ahí estamos cogiendo las zapatillas y con la mítica frase: “TRAE QUE YO TE LOS PONGO”. Y otra vez frenamos su desarrollo, otra vez estamos siendo un obstáculo al ofrecerles una ayuda innecesaria, una ayuda que no nos han pedido.
Estos son solo algunos de los ejemplos que nos hacen ver cómo diariamente obstaculizamos en lugar de favorecer su desarrollo, como les hacemos dependientes en lugar de independientes.
¿Y cómo puedo favorecerlo?
Acciones para favorecer la independencia en el día a día
Comida
El inicio de la AC (alimentación complementaria) es una buena oportunidad para darles un chute de independencia a los pequeños-as.
Si optas por una AC basada en purés y papillas puedes ofrecer cubiertos y que sean ellos-as quienes lleven el ritmo de la comida (es importante tener en cuenta que ESTÁN APRENDIENDO, deben ensayar y probar muchas veces para perfeccionar la técnica, por lo que las primeras semanas (meses) es conveniente poner babero de mangas y bolsa de basura debajo de la trona. Aunque este tipo de alimentación dificulta un poquito más el dejarlos hacer, debido a que al ser alimentos casi líquidos controlarlo es más difícil, aún así hay cubiertos que ayudan a ello)
Pero si por el contrario decides hacer BLW (baby led weaning), alimentación autorregulada por el bebé, es decir nosotros ofrecemos alimentos enteros y son ellos quienes deciden cómo, qué y cuánto comer, favorecer su independencia es mucho más fácil, ya que serán ellos-as mismos quienes controlen cuando llevárselo a la boca (¡Ojo! Que los trozos sean enteros, no quiere decir que no vayan a poner todo perdido, están aprendiendo igualmente).
En muchas ocasiones el trabajo, las prisas, en definitiva el tiempo del que disponemos, no nos permiten dejarles hacer en su totalidad en este momento, pero es bueno que al menos una comida al día les dejéis a ellos-as mismos probar, y poco a poco ir dándoles más oportunidades.
Cuidado de sí mismo
Darles la oportunidad de vestirse, desvestirse, peinarse, enjabonarse en la bañera – ducha, lavarse los dientes… son acciones que ayudan a fomentar esa independencia, son acciones que permiten al niño-a ir desarrollando cada vez más habilidades sobre su propio cuidado.
No siempre van a querer colaborar, pero si es conveniente ofrecerles la oportunidad. En otras ocasiones se frustrarán al ver que no pueden por ejemplo ponerse el pantalón, pero eso es bueno, es bueno que sientan esas emociones, así como también es bueno permanecer a su lado para prestarles nuestras ayuda en caso de ser necesario (la mínima ayuda, y dejándoles a ellos-as el fin de la acción, es decir, si está intentando ponerse los zapatos, tirar un poquito de la lengüeta y que sea él-ella quien tenga la sensación de logro, la sensación de ¡LO HE CONSEGUIDO!)
Toma de decisiones
Muy importante darles la oportunidad de elegir entre varias opciones, para que de este modo se sientan tenidos en cuenta, sientan que sus necesidades se ven satisfechas.
Por ejemplo, a la hora de la merienda se le puede decir: “¿Qué quieres merendar pera o plátano?” y que sean ellos-as quienes tomen la decisión. En el caso de los bebés que no hablan mostrarles varios alimentos y que coja el que le apetezca.
Otro ejemplo más, a la hora de vestirse, se pueden ofrecer varias alternativas, o bien poner a su alcance pantalones y camisetas y que puedan elegir según sus gustos.
Respetar decisiones
Una vez que el peque ha tomado una decisión es muy muy muy muy importante respetarla. Es de vital importancia para su desarrollo respetar sus decisiones, de lo contrario le inundaría una sensación de inferioridad, de “yo no valgo” muy difícil de subsanar más adelante.
¿Con esto quiero decir que el niño-a debe hacer siempre lo que quiera?
No, en absoluto, no os estoy hablando de libertinaje, os estoy hablando de “libertad con límites”, es decir, dentro de una serie de opciones, tienen la libertad de elegir lo que más le apetezca en ese momento.
Lo mismo sucede con sus acciones, si vemos que nuestro hijo-a se ha puesto los zapatos del revés (os pongo este ejemplo porque muchos-as os veréis reflejados-as) NO ES CONVENIENTE cambiárselos. ¿Por qué? Porque estamos tirando por la borda todo su esfuerzo, todo su trabajo. En su lugar ES PREFERIBLE preguntar ¿estás cómodo?. Si su respuesta es SÍ, ¿Dónde está el problema?
¿Qué es más importante para ti: la mirada crítica de la sociedad porque tu hijo lleve los zapatos del revés o que tu hijo desarrolle una gran autoestima?
Ambiente preparado
Quiero terminar con un aspecto muy importante que ayuda a favorecer la independencia como es: tener vuestro ambiente preparado y adaptado a ellos-as, de manera que el propio ambiente pueda darles autonomía sin necesidad de depender del adulto constantemente. Es decir que vean el ambiente como un aliado perfecto para satisfacer sus propias necesidades.
Con este post quiero daros un pequeño aliento a la hora de empoderar y confiar en vuestros hijos-as, ya que muchas veces si les dejásemos hacer nos sorprenderíamos con todo lo que son capaces. Si has llegado hasta el final te animo a que comiences por confiar más en tu peque, en su capacidad de hacer, a la vez que te invito a que busques un día a la semana para REBAJAR PRISAS y ofrecerle a tu peque experiencias que le ayuden a crecer de forma autónoma e independiente. Comienza por un día a la semana, y poco a poco ves aumentando, de manera que acabes ofreciendo cada día una oportunidad nueva para que tu hijo-a pueda desarrollarse plenamente.